Cuando dejo sonar el aleatorio de spotify entregada por completo al subir y bajar de la marea que impacta con cada canción, con cada acorde en una sacudida directa al corazón, ese ir y venir de alegría y amargor por todo lo que he dejado atrás y por todo lo que estoy viviendo. Consiguiendo en un golpe de nostalgia conectar con esa niña que sólo quería jugar con la inocencia y la ilusión que me niego a abandonar, aunque a veces me sorprendo mirándola desde la distancia, siempre termino corriendo a abrazarla. Esa niña tan adulta que siempre me devuelve las ganas de reír hasta llorar e incluso de llorar para reír. Llorar no resulta tan dañino cuando consigo canalizar el dolor y me ayuda a quererme más desde la sinceridad, desde la aceptación de ser como soy y quiero ser, y esa sensación cálida de cercanía conmigo misma es tan necesario como respirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario