martes, 31 de enero de 2017

Para ganar a veces hay que perder.

Las decepciones con uno mismo también cansan, agotan, destruyen las esperanzas de salir a flote una vez más, la suerte no existe y el miedo a fracasar de nuevo vive en las entrañas de quien volaba y se ha quemado las alas intentando alcanzar sus metas.
Todos los días se baña en agua salada del mar de sus ojos y naufraga en cada suspiro de derrota que se le escapa entre unas manos que rozaron la victoria.
Tuvo un choque frontal y su ilusión acabó inmersa en un coma profundo.
El túnel parecía hacerse cada vez más estrecho y más oscuro, pero el esfuerzo y las ganas de vivir de quien transportaba la ilusión hizo que la luz del sol le penetrara dentro, consiguiendo ver la salida de aquel túnel que parecía infinito. Los pedazos que resultaron al romper aquel muro que le impedía ver la salida, le sirvieron para ir construyendo su propio camino hacia sus sueños.
No te limites a soñar, vive, lucha porque eso que sueñas sea tu presente.

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