jueves, 21 de julio de 2016

Una vez más

Se citaron a medianoche, simple petición de un alma sedienta de primeras veces:
deja que te despeine el alma, dijo, y mi alma se soltó la melena, llamó tortura a tus besos, olvidó la cura de tus manos y volvió a caer en tus brazos. Quería volver a sentir lo mismo que sintió la primera vez que te escuchó reír, que quiso besarte lento para no terminarte nunca, que soñaba con verte soñar. Quiéreme sin prisas, le dijo, no son formas, prefiero sin normas, quiero que rompas los silencios después de un te quiero, con un yo más.
Voy a leerte en braile, añadió,  ojalá todo se resuma en ti, sentenció.
Mira ese fuego, dijo apuntando a su pecho, mientras se quemaba con el hielo de sus ojos.
Flores, sus labios olían a flores, bésame rápido ésta vez, suspiró en su vientre dibujando círculos alrededor de su ombligo con la punta de la nariz, que tenemos tiempo y hay que aprovecharlo, se quejaba mi alma, que estaba cansada de tanto tirarlo.
Mi corazón en ruinas está cerrado por obras, y tiene como pronóstico que puede derrumbarse en cualquier latido. Estoy buscando la fórmula para que no se me agriete el pecho cada vez que sonries, pero eres tan fuerte, que toda precaución es poca, pero como quererte con intermediarios, no, me niego, no te tengo miedo, me expongo a tu dolor, sabiendo que tu aliento será mi alivio.

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