Caminamos sobre la luna ,
desafiando a la gravedad.
Alzamos una bandera blanca
por cada cuerpo a tierra que resonaba sin parar.
Vimos un destello
se abría otro universo,
olvidamos los agujeros negros .
Cortamos las raíces
sin olvidar el tacto de las semillas
renunciamos a tocar el cielo por última vez.
Nos declaramos culpables
exentos de responsabilidad,
con derechos a un perdón sin prisa que no puede esperar más.
Cerramos despacio la puerta
para no levantar sospechas de una mala cicatrización interestelar.
Dimos alas a la cordura para mandarla lo más lejos posible de nuestras cabezas a punto del big ban.
Abrimos fuego a quemarropa
entrando de lleno en un corazón
amordazado por la ira.
Fantaseamos con vida en otros planetas
mientras jugamos a ser alienígenas en nuestros cuerpos,
una sensación muy marciana
a la par que suicida.
Nadie jamás habló de otra salida.
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